lunes, 30 de septiembre de 2013

Ana Pastor se entrevista a sí misma y no se deja responder.

Entrevistar a Mahmoud Ahmadinejad (presidente de la República Islámica de Irán) es una experiencia de esas que marcan de por vida. Máxime si se emite en directo y la presentadora comienza tocada por un pañuelo y termina con la melena al aire, ante la cara de espanto del presidente de una dictadura profúndamente misógina. La entrevista de Ana Pastor al líder Iraní, marcó un punto de inflexión en la carrera de la periodista. La lanzó al estrellato y puso de moda un tipo de entrevista periodística que busca más el lucimiento del entrevistador que las posibles opiniones o explicaciones del personaje entrevistado.

Desde el punto de vista del espectador que asiste a la entrevista de un personaje famoso, interesa que las preguntas sean agudas e incisivas…Que se pregunte por temas incómodos o espinosos, pero ante todo, que el entrevistado se pronuncie. Que sea capaz de decir más de tres palabras seguidas sin que el entrevistador le interrumpa a cada paso.

Lo que hace Ana Pastor no es entrevistar sino interrogar a sus invitados. Formula pregunta tras pregunta sin dar lugar a responder a quienes con perplejidad se ven sentados frente a una persona que ni escucha ni deja expresar.
Si se toman la molestia de cronometrar los tiempos en cualquiera de sus entrevistas, comprobarán que ella habla mucho más tiempo que sus entrevistados, lo cual, no deja de ser absolutamente sorprendente. En la mayor parte de las ocasiones, no trascurren más de 5 segundos sin que la periodista vuelva a interrumpir la respuesta de su entrevistado, lanzando nuevas preguntas o cuestionando las respuestas que ni tan siquiera les ha dado lugar a exponer.

El rizo lo rizó hace dos semanas, entrevistando (en el programa “El Objetivo” de La Sexta)a la diputada Rosa Díez (de UpYD) , en una actuación absolutamente lamentable de la periodista; tanto por el fondo como por las formas.
Haciendo gala de escasa educación, e importándole muy poco lo que Rosa Díez tenía que decirle, dedicó la mayor parte del tiempo a hablar ella, a intentar dejar a la diputada como una incompetente que ha vivido y vive de la política por no tener otras capacidades (lo cual es radicalmente falso) y, a obviar la importante trayectoria de lucha de la señora Díez por las libertades más esenciales. Así como el servicio monumental que ha prestado a la sociedad poniendo en riesgo su vida, la de su familia y la de sus bienes por ejercer la política en el País Vasco….Pero todo eso poco le importa a Ana Pastor, a la que recomendaría -fervientemente- que para el próximo programa…¡Entreviste a un espejo!.

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